Lobos vestidos de corderos
(Orestes,
profesor de Filosofía, llega a su casa cansado y reflexiona sobre las actitudes
de sus estudiantes.)
Orestes:
(Abre
la puerta, coloca su maletín en uno de sus muebles y se sienta a la mesa frente
a un libro.)
Buenas
tardes, casa mía. Gracias, Gran Arquitecto por permitirme llegar a mi refugio.
He
tenido un día complicado. Cada vez más me asombran y me aterran mis
estudiantes.
¿Cómo
es posible que se valgan de la inocencia de los que sí se pueden llamar amigos?
¿Cómo
se pueden valer de la buena voluntad de las personas para conseguir sus
quereres?
Sí,
hoy tuve un día complicado. ¡Vaya día! No me lamento de mi suerte, sino de la
doblez personal.
Sí,
doblez personal, personas enmascaradas que te alaban, como si necesitaras
alabanzas.
Sí,
doblez personal, seres humanos que te aprecian por delante y por la espalda, te
queman.
¿Cómo
se puede saber cuándo una persona te dice la verdad o cuándo no? ¡Qué dilema!
Iré
al grano. Ya anduve con muchos rodeos y quiero que sepan qué me pasó hoy:
Uno
de mis estudiantes usó a otro para preguntarme algo sobre una tarea y yo le
respondí.
Claro,
por medio de esto, el primero de ellos asumió que yo lo odio y que lo trato
mal.
Independientemente
de lo que él haya asumido, lo que no concibo es su doblez personal.
Sí,
actuó hipócritamente al usar a su amigo para comprobar una falsedad.
Bajo
ningún concepto, lo he tratado mal. Otra cosa es que no atienda mis clases.
¿Cuántas
veces se debe repetir la explicación de una clase para alguien que no presta
atención?
La
filosofía nos enseña que el hombre es un ser racional, capaz, competente,
inteligente.
Un
profesor puede saber todas las ciencias, pero si no se le atiende, ¿qué se
puede esperar?
La
hipocresía es una serpiente que se arrastra en las acciones del hombre y de la
mujer.
Tarde
o temprano, esa serpiente nos muerde, nos envenena, nos seduce, nos aliena.
Yo
puedo ser intenso al momento de explicar mis clases y de llamar la atención.
Nunca
por nunca, tratar mal a un estudiante es mi hábito.
Si
ese muchacho usó a su amigo para descubrir “una verdad”, se entiende que no
confía en mí.
La
filosofía me ha enseñado a ser comprensivo con todos, a sentir el dolor de los
otros.
No
puedo llenarme la boca de ser un filósofo griego, tampoco un hostigador de
estudiantes.
La
filosofía nos enseña a buscar la verdad todos los días, hasta en las piedras y en
las flores.
Nuestro
ser es producto de la verdad. No podemos contradecir la verdad en esa verdad.
Pobre
de mi estudiante que perdió su confianza en mí.
(Orestes
se levanta de la mesa y camina alrededor de la mesa, pero fijándose en sus
oyentes.)
Y
ustedes que me escuchan, por más insignificante que sea una persona,
escuchémosla.
Si
pierdo la confianza en una persona, sabiendo que yo he causado aquello, no debo
quejarme.
Aprendamos
a escuchar para no concebir ideas falsas respecto de los demás.
Dejemos
que la verdad nos seduzca para ser sus vivos reflejos.
No
actuemos como el lobo que se viste de cordero para devorar a sus presas.
Vivamos
en paz. Construyamos la paz. Fuera de nosotros la hipocresía. Seamos con la
verdad.
FIN
(Este monólogo está basado en la experiencia de un amigo profesor.)